En el Concejo se llevaron a cabo reuniones con algunos profesionales, para tratar temas que tienen que ver con la desnutrición infantil y la salud mental. Recibimos a los Dres. Agustín Carnicer y Beatriz Villa que nos hablaron de desnutrición Infantil y la Dra. Luciana Ramoa jefa del Nodo de Salud, a la Psicóloga Laura Della Rosa y al Enf. Fernando Ceballos como miembros del cuerpo de Salud Mental del Nodo.
Fueron encuentros muy interesantes, donde se compartió mucha información, de lo que se está haciendo y de lo que falta, poniendo de relieve la importancia de un abordaje conjunto de estas problemáticas, haciendo hincapié en su difusión en la sociedad tratando de lograr el involucramiento de todos.
Es por ello, y convencidos de la necesidad de poner en debate estos temas y otros más de los que poco se habla o directamente no se habla que decidimos publicar una serie de artículos para dar la discusión que nos debemos. Enviaremos, a lo largo de las semanas, notas sobre salud mental, desnutrición infantil, discapacidad, entre otros.
Las palabras tienen peso, están vivas
¿Cómo comenzar a ser personas inclusivas?, en otras palabras; ¿cómo comenzar a ser practicantes de una política inclusiva verdadera?
Hoy día, caminamos rodeados de carteles que nos hablan de borrar las diferencias, nos ensordecen con publicidades que nos llaman a repetir discursos inclusivos, haciendo que, sin querer, formemos parte de un momento donde la imagen es superadora y, sin detenernos en el contenido que trae, compartamos una fotografía con supuestos mensajes inclusivos que, en realidad, son más excluyentes de lo que parece: “pobres… ángeles… demos lugar a ellos que no pueden o que pueden menos que nosotros…
¿Qué pensamos cuando pensamos y hablamos de discapacidad? ¿Pensamos a quienes la padecen también subjetivamente? Si, digo padecen, digo sufren. ¿Cómo detenernos a construir una sociedad políticamente inclusiva? Y no me refiero precisamente a las barreras urbanísticas ya que, no es la intención del tema que abordaremos en este escrito.
Vuelvo a la pregunta ¿qué pensamos cuando hablamos de discapacidad? Primero cabe subrayar la nomenclatura ¿cómo llamamos a ese sujeto? Es alguien, es una persona, es un sujeto con una discapacidad, no es un discapacitado o no es un síndrome o no es un autista o un psicótico, de esta última manera, si nos detenemos a escuchar esa pronunciación, el nombre y la identidad de esa persona queda por completo borrada por una categoría diagnóstica que poco nos puede aportar. Un diagnóstico no determina, un diagnóstico no condiciona. Un diagnóstico nos invita a pensar en el cómo, en los tiempos, en el cómo potenciar y en el cómo andamiar, es decir en el cómo acompañar.
Todos tenemos capacidades diferentes, todos somos sujetos aprendientes y cada uno de nosotros tiene tiempos distintos de aprender y formas de encuentro con el objeto de conocimiento. Lo necesario a destacar y no olvidar es poder acercar y construir esos espacios de trabajo, esos espacios potenciadores de aprendizajes, esos espacios constructores y espacios que a su vez aproximan a la mayor autonomía posible para cada uno.
A modo de cierre de este primer escrito a compartir pregunto… ¿qué posibilidad de encuentro a la construcción de la autonomía estamos permitiendo? ¿Qué espacios estamos permitiendo a los sujetos con discapacidad en el ámbito laboral? En uno de los textos escrito por la psicoanalista Maud Mannoni, nos dice:
"Al serle quitada al sujeto, en la realidad cotidiana, toda posibilidad de soñar con una otra parte, se priva de un motor fundamental a su deseo de crear y trabajar. El sujeto queda reducido a la condición de robot. No tiene más opción que permanecer inmóvil en el sitio en el que la administración lo fija. [...] Como nos recuerda Françoise Dolto, todo proceso 'des-creativo' tiene el efecto de empobrecer los intercambios humanos."
Diciendo también que, lejos de tener que adaptar al joven a su discapacidad, aún tratándose del más indefenso de ellos, es preciso confiar en su “genio” propio y apelar a él. Solo de este modo el joven con su pasado, tendrá posibilidades de salir adelante y de construir, en su diferencia, una vida de hombre.
Psicopedagoga – MAT. Nº 844
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