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2 de octubre de 2017

Obras son amores, opinión del concejal Emilio Adobato

En días pasados, nuestra ciudad, celebró la concreción de un sueño profundamente anhelado. Se trata del inicio de las obras para la construcción del edificio del Instituto Superior de Profesorado Nº 4 “Ángel Cárcano”.

El ISP 4 es el Instituto más grande de toda la provincia de Santa Fe, ya sea por la cantidad de carreras que ofrece como por la altísima matrícula que alberga. Como es ya de conocimiento público, llegan a este espacio cientos de estudiantes de toda la región, y seguramente debe ser la institución educativa de nivel superior que, por su antigüedad y trayectoria, podría reconocérsela como emblemática de este norte santafesino. Tiene, además, la peculiaridad de ser un ámbito de formación docente, es decir, formador de formadores, como suele expresarse actualmente. De este modo, miles de maestros y profesores que están en las escuelas, llevando adelante la compleja responsabilidad de los procesos educativos, han adquirido sus saberes en estas aulas, multiplicando su enorme incidencia social y cultural en la región.

El crecimiento sostenido de carreras y matrícula, impuso a la institución difíciles condiciones para poder afrontar a tantas demandas. Recuerdan profesores y egresados que, ante tales circunstancias primero, fue ocupar los espacios más inimaginables dentro del edificio donde ya funcionaba, para el dictado de clases. Salón de actos, casillas de madera construidas en los pasillos, habitaciones de la casa que era destinada para habitar un directivo… en fin, cada pedacito que pudiera ser “tomado”, ahí se constituía un aula. Incluso, suelen evocar que era muy frecuente encontrarse deambulando en busca de lugares para poder dar clase o sillas para iniciarla. Pero no alcanzó. Así comenzaron las aperturas de los anexos… primero uno, luego dos, luego… tres! Así, año tras año, los esfuerzos debieron multiplicarse por parte de quienes conformaron (y conforman actualmente) la planta de profesores, administración y porteros. El hacinamiento y la fragmentación no pueden ser una buena combinación para asegurar ámbitos acordes para la enseñanza y aprendizajes que requiere formar a educadores.

Este proceso de expansión, que aún continúa, fue haciendo surgir cada vez con mayor firmeza la imprescindible tarea de comenzar a trabajar por la construcción de un edificio propio, que garantizara la dignidad de trabajo y del estudio. La situación encerraba una paradoja. Ante el desborde poblacional, la necesidad del nuevo espacio se presentaba con mayor urgencia. Pero, al mismo tiempo, ante las dimensiones que adquirió la institución, parecía que pensar en construir un edificio de tal envergadura sería algo irrealizable. Especialmente, porque otros edificios de la provincia que se construyeron para Institutos terciarios, tenían dimensiones muy menores.

Pero, afortunadamente, siempre existen en las comunidades aquellos que no dejan de soñar, aún ante las adversidades. Y que se ponen en movimiento, aunque el horizonte esté lejano. Hoy, al celebrar la concreción de una larga promesa, es de justicia recordar a todos aquellos que quizá hoy ya no son parte del entramado que bregó por este logro. Equipos directivos, comisión pro-edificio, centros de estudiantes, generaron toda clase de acciones para instalar el tema en la agenda política. Y, por supuesto, también gestiones políticas que se hicieron eco de esta demanda. Fue así como llegó, en el año 2008 quien era en ese entonces intendente de la ciudad, Jacinto Speranza, con la donación del terreno, por parte del municipio. Fue un punto de partida. Quedaba mucho por recorrer. Y, no caben dudas que lo han recorrido, en forma solidaria todos estos actores sociales para que hoy sea una realidad. La insistencia, la testaruda perseverancia en el reclamo, el impedir en constantes acciones que pueda “caerse” de la agenda… cada quien desde su lugar, pero todos hacia el mismo objetivo. Desde la institución, docentes, directivos y estudiantes, con cartelería, con notas y más notas, con el pic nic en el terreno vacío, con pedidos de audiencias y entrevistas, con el compromiso de la construcción de un proyecto pedagógico y tantas otras cosas más. Desde las autoridades, tuvo también un rol protagónico la gestión de Speranza que asumió este legítimo reclamo, llevando en forma constante a todas las puertas posibles carpetas y más carpetas que abrieran caminos y posibilidades. Por supuesto, también el Concejo Deliberante estuvo a la altura de las circunstancias acompañando en todas las iniciativas.

Se han iniciado las obras. Ya se ha vuelto tangible ese añorado proyecto. Pero resulta imprescindible, mantener también visible lo intangible. Que es el esfuerzo y el trabajo colectivo. Es recuperar la experiencia de que, cuando se logra transcender a los intereses sectarios, y las voluntades pueden deponer lo propio por lo común, aquello que parecía imposible se hace realidad.