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9 de mayo de 2017

Ausencias que duelen, opinión de Emilio Adobato

El año pasado nos sorprendíamos con la noticia de la existencia de 3 hermanitos en grave estado de desnutrición y que, además, los tenían encerrados en el fondo de una vivienda en el Barrio Luján.

Después, en el mismo barrio, de la existencia de Romina con parálisis cerebral, postrada en una cama en condiciones infrahumanas.

Consternados, asistimos cada día a la información de innumerables delitos vinculados a la violencia de género, violaciones, abusos de menores, confirmando, la mayor de las veces, que esta dolorosa conflictividad se da principalmente en el ámbito intrafamiliar.

El año pasado, Jesica, una niña de tan sólo 11 años, que vivía en el Puerto Reconquista estremeció nuestra ciudad al decidir poner fin a su vida con la cinta de su guardapolvo. Acababa de regresar de la fiesta del Día del niño!

Hoy, casi un año después, un numeroso grupo de mujeres de ese mismo barrio, el Puerto, continúan sacudiéndonos con sus relatos cargados de sufrimiento, desnudando sus vidas embargadas por experiencias de abuso y violencia.

José, hace unos días, perdió su vida en calle 57 y 44 al chocar dos motos. Si, ya sé, no tenía colocado el casco, golpeó su cabeza y el golpe fue fatal. Claro, transitaba fuera de los cuatro bulevares, donde no suele haber controles estrictos… pero, si hubiera comprendido lo importante de llevar el casco puesto…

Podríamos continuar señalando, indefinidamente, situaciones punzantes que acontecen día a día en nuestra ciudad, atravesando la vida de tantos vecinos.

Pero estas menciones, no tienen intención de hacer centrar la mirada en estas singularidades, sino abrir una reflexión que las exceda. Tener clara conciencia que en cada uno de los hechos expuestos existe un nombre, un rostro, una persona y, a la vez, son emergentes de una generalidad que nos conmueve e interpela.

Y es que, al detenernos, aparece como evidente un denominador común; LA AUSENCIA DEL ESTADO.

La ausencia de la Sec. de Desarrollo Social, con sus diferentes dependencias, marcando la inexistencia de una fuerte e imperiosa presencia, como también la falta de un programa previamente establecido y perfectamente planificado.

Ausencia que se agravó con la baja del programa Vínculos, espacio en el que se abordaba la intermediación entre vecinos y/o en las propias familias, para evitar conflictos que podrían terminar en delitos y que después lamentamos.

La ausencia de la Sec. de Salud, que aún no termina de configurar con claridad los alcances e incumbencias que le den sentido a su creación (o, al menos, nunca se pudieron conocer a pesar de las reiteradas invitaciones al Concejo y que no se concretaron).

La ausencia de la Sec. de Gobierno que, con un programa de control vial centrado entre los 4 bulevares, levanta muros simbólicos sobre el valor de la vida de los habitantes de la ciudad, enviando como mensaje implícito que sólo importa proteger a quienes circulan por las calles céntricas ¿Por qué no se contempla toda la ciudad en su conjunto? ¿Qué programas de concientización sobre la seguridad vial se están desarrollando, que permitan desterrar prácticas culturales tan arraigadas en la sociedad, como es el no uso del casco?.

Todas estas ausencias, tal vez las más importantes, y sólo por nombrar algunas, hacen que después nos lamentemos de lo acontecido y muchas veces recién enterándonos de su existencia. Imperdonable. Cuántas cosas se podrían evitar. Sabemos que todas las problemáticas nombradas son muy profundas y complejas, que las dificultades y obstáculos, inherentes a toda manifestación social de orden estructural, se multiplican y, por eso mismo, muy difíciles de erradicar. Ante estas adversidades, la responsabilidad de redoblar los esfuerzos y la presencia se torna imperativa. Sin embargo, otro parece ser el rumbo de la administración local.

Tenemos un gobierno que gasta fortunas en los medios para construir un relato que, cada vez, es menos creíble. Que está claro que la orden es intervenir sólo donde hay visibilidad. Por ello tanta intervención y cuidados en la plaza central y sus alrededores y tantos reclamos por abandono por fuera de los 4 bulevares. Por lo mismo tantos espectáculos costosos y, al mismo tiempo, la ausencia de acciones en estas temáticas que, casualmente, no son tangibles.

Ante este estado de situación, resulta imprescindible que el intendente sincere su proyecto político y defina dónde va a estar puesta la impronta de su gestión.

La reducción del gasto en exceso de personal y la distribución de los magros recursos en función de los criterios de sus prioridades, marcando así sus “presencias” y sus “ausencias” como estado municipal, será la clara señal de la ciudad aspira.

Es responsabilidad de todos tomar la decisión de alzar la voz, para que este gobierno, que cada vez expresa con más fuerza la palabra “gasto” cuando de atender necesidades sociales se trata, escuche claramente qué gobierno pretendemos para lograr la ciudad que queremos. De lo contrario, es muy difícil que esto pueda cambiar.

Ustedes deciden. Yo ya decidí
EMILIO M. ADOBATO CONCEJAL F.P.C.y.S